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López de Silanes: “Mejorar el nivel de formación de los empresarios ayudaría a Europa y España a salir mejor de la crisis”

Florencio López de Silanes Molina, mexicano con raíces riojanas, es uno de los economistas más prestigiosos del mundo. Sus investigaciones figuran entre las más citadas y reconocidas en el ámbito de las finanzas corporativas internacionales y los mercados financieros. Ha sido profesor en las universidades de Harvard, Yale, Amsterdam y la Ecole Normale Superieur de París y asesor de varios gobiernos, instituciones y corporaciones. Actualmente ejerce su magisterio en la Escuela de Negocios SKEMA de Francia.

En la Universidad de Burgos acaba de impartir una conferencia en una cena de benéfica para recaudar fondos destinados a exiliados ucranianos, así como una serie de clases magistrales a alumnos de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales saldadas con atronadores aplausos más propios de un éxito deportivo que de una clase de Economía. A sus vastos conocimientos y a la brillantez de sus reflexiones, Florencio López de Silanes suma un discurso ágil, ameno y lúcido, que también traslada a esta entrevista concedida a la Universidad de Burgos.

En ella analiza la crisis económica provocada por la invasión rusa a Ucrania, las posibles repercusiones para la economía europea que pueden acarrear las sanciones a Rusia, el papel de China, el amenazante incremento de la inflación o la relación entre la formación de los empresarios y la productividad de sus negocios.

La invasión de Rusia a Ucrania está provocando unas graves consecuencias a la economía mundial y está llevando a Europa a reflexionar sobre el abandono de su producción industrial, derivándolas a países en los que la mano de obra resulta más barata. ¿Cree que Europa debe replantearse su estrategia industrial? 

Hasta cierto punto sí. Muchos de los países del mundo se replantean frecuentemente su estrategia industrial. Europa no ha cometido errores muy diferentes a los de otras economías avanzadas. En Estados Unidos también ha habido una desindustrialización que ha tenido sus consecuencias y lo mismo ha sucedido en otros países. Esta estrategia de hacer externalizar algunas producciones buscando una mano de obra más barata tiene dos ejes. Uno que ha jugado bien para Europa y otro que ha sido más perjudicial, aunque este segundo no está tan conectado con Rusia.

El primero es que ese proceso de externalización ha ocurrido de los países del oeste de Europa hacia los del este del continente y, al menos, ha quedado dentro de la UE y eso no resulta problemático en general, aunque pueda tener ahora problemas por la conexión de estos países con Rusia. El otro gran polo de descentralización industrial que hizo Europa, pero también Estados Unidos, migrando parte de su producción hacia Asia tendría consecuencias mucho más trágicas si el problema fuera con China. Entonces sí estaríamos hablando de una seria disrupción.

Hoy, el mayor problema para Europa tiene que ver con que Rusia y Ucrania son proveedores de bienes e insumos imprescindibles y el gran shock que viene es que Europa se vea privada de todos los insumos procedentes de Rusia, que entraban a la producción europea, lo que afectará gravemente a los costes. Ahora bien, España tiene la fortuna de no depender tanto de los grandes insumos rusos. No dependen del gas o del petróleo ruso, aunque sí de otros del sector de los alimentos como el grano procedente de Ucrania.

Si el conflicto bélico se enquista y prolonga, como parece, ¿Qué consecuencias puede tener para la economía mundial y europea el aislamiento de Rusia y las sanciones que se le están imponiendo y que cercenan sus cadenas de suministro? 

Rusia es claramente un proveedor de insumos para el oeste. En tanto se rompan esas cadenas y exista un encarecimiento de los insumos, las economías europeas serán las primeras afectadas y las empresas, también las españolas, verán cómo pierden competitividad. Hay que tener en cuenta que la sustitución de todos esos insumos se producirá a medio plazo. No es fácil sustituir las cadenas de suministro en un año. Posiblemente ese traslocamiento lleve varios años. Por otro lado, los consumidores sufrirán un aumento de los costes y de la inflación en su canasta básica.

Ahora, ¿hasta dónde se puede presionar a Rusia sin ahogar totalmente la economía de una potencia nuclear a la que Estados Unidos define como su principal preocupación? La presión es muy delicada, fundamentalmente en términos geopolíticos, ante el temor de una propagación de la guerra y su extensión a otros países.

¿Puede China aprovechar la actual coyuntura, mediante el apoyo o la inacción a Rusia, para avanzar en su carrera por convertirse en la primera potencia económica mundial? 

Claramente, eso podría ser parte del juego. China busca trasladar el eje económico central hacia el este y tratar de juntar fuerzas de los dos retadores en el ámbito internacional. En tanto Rusia puede depender de China ésta puede tener una mano más amplia y favorecer a Rusia.

En términos geopolíticos y económicos puede resultar una alianza muy favorable para ambos. Lo que no le compremos ahora a Rusia se lo puede comprar China. Esa cooperación puede ayudar a trasladar ese eje económico. No olvidemos que para China el tema central es Taiwan y ahora el país asiático está observando cómo se mueve el “experimento” de Rusia en Ucrania y viendo que tan cerradas están las filas de occidente para enfrentar una posible transgresión. Desde ese punto de vista estamos en una época de aprendizaje político, pero también de traslado de capacidad de producción y de mercado económico.

¿Podemos esperar que esta crisis alcance los niveles de gravedad que implicó la de 2007 y 2008? 

No estamos ante una crisis de la gravedad de la de 2008. Hasta ese año no habíamos visto una crisis de esa magnitud desde la caída de 1929. En términos de impacto financiero, de producción y en el comercio internacional, las caídas financieras durante los primeros 18 meses fueron de igual magnitud que las habidas en 1929, que fue la más grande hasta entonces. Esa fue realmente una gran crisis. En la actual llevamos únicamente dos meses y según cómo evolucione puede volverse más amplia.

Afortunadamente, Rusia, siendo importante, no es un mercado extremadamente relevante ni para Europa ni para el resto del mundo, que puede pasar sin el mercado ruso y, aunque con mayor dificultad, de sus insumos. Por ahora, el pacto en producción, comercio y caída de los mercados de valores está resultado limitado, pero si el conflicto se expande, entonces sí podríamos entrar en otro panorama mucho más complicado y muy difícil de prevenir.

La inflación es el gran monstruo que parece amenazar ahora a las economías occidentales y, sobre todo a las europeas. ¿Qué medidas pueden llevar a cabo los gobiernos para combatirlo en una coyuntura como la actual? 

A este monstruo de la inflación lo llevamos alimentado ya año y medio y la crisis provocada por la invasión rusa a Ucrania es otro impulso más en la escalada inflacionaria en una trayectoria que comienza con la salida de la pandemia y la falta de conexión entre la demanda y la oferta a nivel mundial, con el aumento de los flujos de dinero acumulados durante el periódico pandémico que otorgan una mayor capacidad adquisitiva a la población, los cheques concedidos a los consumidores en Estados Unidos de manera blanca… todo ello son presiones inflacionarias que se suman a la falta de insumos para afectar a la producción general y, sobre todo, a la canasta básica de alimentación.

En Europa estamos en un escenario general entre el 5 y el 8% de inflación y en España en niveles aún más altos. La pregunta es cómo va a reaccionar el Banco Central Europeo. La Reserva Federal americana, sus expertos en política monetaria y macroeconomía, dicen que la inflación se les ha ido de la mano y que existe un retardo importante en la predicción del shock inflacionario, creyendo que iba a ser transitorio y reconociendo que la Reserva Federal no ha actuado con la celeridad debida.

Ahora es muy difícil volver a encerrar al monstruo en la botella y los bancos centrales, incluso los más eficientes y transparentes, tienen mucha dificultad para conseguirlo.

Si el Banco Central Europeo lograra hacerlo sería buenísimo, pero hasta este momento lo que cabe esperar es estar atento a los resultados de la Reserva Federal de EEUU que va más avanzada en este proceso. No obstante, las economías están muy conectadas y es muy difícil frenar la inflación únicamente en un área si crece en el resto.

¿La subida de los tipos de interés es la única manera de hacer retroceder a la amenaza inflacionaria? 

Sin duda es una de las principales medidas. Es la medida política de la que disponen los bancos centrales, que tienen que actuar de una manera muy clara para intervenir en los mercados. Pero hasta hace dos meses esto no estaba tan claro y ha habido una serie de análisis que ya han decidido a la Reserva Federal a tomar la decisión, aunque tal vez llegue demasiado tarde. En ocasiones las expectativas de inflación terminan convirtiéndose en realidad. Es como una profecía que se cumple por sí misma, pero controlar las expectativas de inflación es algo muy complicado.

Estamos en una universidad que, por definición, tiene como misión la formación de profesionales. ¿Qué relación existe entre el nivel de formación de los cuadros directivos y del personal de una empresa y su nivel de productividad? 

Ahora que, debido a la guerra, nos encontramos con un problema de desabastecimiento que está y seguirá subiendo los costes y con ello las empresas europeas van a sufrir una disminución de su competitividad, las empresas deben ver qué otras medidas pueden adoptar, explorar qué herramientas tienen en sus manos para elevar sus niveles de competitividad. En ese sentido, nuestros trabajos de las últimas décadas marcan que existen varios caminos en los cuales Europa y España todavía podrían avanzar.

Uno de esos procesos es reformar el ambiente institucional para que resulte mucho más fácil la creación y el crecimiento de las empresas.

Eso desde el ámbito institucional, pero hemos visto que si bien ese ambiente favorecedor para la creación de empresas es muy importante, también existe una diversidad muy grande de productividad entre las empresas del mismo sector y del mismo país.

Unas diferencias que no pueden atribuirse, por lo tanto, al ambiente regulatorio que les afecta, sino que se deben a algo intrínseco a las empresas que hace a algunas muy productivas y a otras menos productivas. Lo que hemos logrado medir en nuestras últimas investigaciones con mis coautores en las universidades de Harvard, Brown y Bocconi es que una gran parte de esta diferencia de productividad se explica por el capital humano que conforma cada empresa.

El capital humano de los trabajadores es importante y explica parte del crecimiento o decrecimiento de la productividad. Pero más allá de la formación de los trabajadores, el verdadero impacto sobre la productividad, según nuestras mediciones superior en cuatro o cinco veces al del nivel de educación de esos trabajadores, es la capacidad, la formación, de la persona o personas que manejan la empresa. Lo que hemos logrado documentar con evidencia mundial analizando empresas de casi setenta países es que un gran explicativo de las diferencias en productividad es la formación de quien lidera la empresa.

En este sentido, políticas y mecanismos que aumenten el nivel educativo, sobre todo de los que dirigen la producción, son medidas que producirán un aumento de la productividad de las empresas y aquí hay mucho ámbito para mejorar en este periodo de crisis para conseguir una ganancia de competitividad. Mejorar el nivel de formación de quien dirige las empresas puede ser una manija muy importante para ayudar a que Europa y España en particular salgan mejor de una crisis económica.

¿En el incremento del nivel de formación de los dirigentes de las empresas, además del esfuerzo que deben hacer las propias empresas, qué papel juegan los gobernantes y sus políticas educativas? En Castilla y León, el nuevo Gobierno regional ha comenzado suprimiendo la Viceconsejería de Universidades, algo que parece contradictorio con lo que acaba de exponer. 

Cada vez tenemos mejores formas de medir y probar empíricamente estas relaciones y nos damos más cuenta del impacto del capital humano en la productividad. Políticas que ayuden a mejorar el nivel educativo superior no solo son muy positivas, si no que al final se pagan solas. Un aumento de los recursos invertidos en la Universidad aumentará la productividad y aquellas medidas tendentes a elevar la formación, sobre todo de los que dirigen las empresas, tendrán un impacto positivo en el crecimiento importante del PIB nacional y ayudarían a la creación de empleo y al crecimiento de la inversión.

La política educativa es algo que no obtiene resultados inmediatos y el problema clásico de la política es invertir en lo que se ve rápidamente porque llegan las elecciones. Pero lo que demuestra la investigación es que en aquellos países que invierten en educación a largo plazo obtienen beneficios muy claros en la productividad de sus empresas.

Como universitario que usted es ¿cree que las universidades europeas deben ser más proactivas en la creación de empresas spin-off o su papel debe limitarse al de la transferencia de conocimiento al tejido empresarial existente? 

Es una pregunta compleja. Existen los dos modelos y la Universidad juega un papel de mecanismo conductor en ambos. En la última década en varios países europeos existe un movimiento, basado en experiencias desarrolladas sobre todo en escuelas de negocios de Estados Unidos, que busca ayudar a los alumnos a lanzarse al mundo empresarial y conectarlos con los proveedores de capital. No creo que las universidades deban ser dueños de empresas porque no es eso lo que saben hacer, pero sí promover un ambiente necesario para que sus alumnos puedan acceder al ecosistema de métodos de financiación y de facilitación para la creación de sus propios negocios, que les ayude a lanzar sus propias startups.

Proveer de todos estos mecanismos y de estas conexiones con los sistemas de creación de empresas, por ejemplo a los alumnos de ciencias, para que, con sus conocimientos, puedan comenzar con su negocio puede ser una fórmula muy eficiente en la que las universidades pueden ayudar a que sus egresados se muevan rápidamente en un mundo de nuevas empresas.

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