Los puntos de recarga de los coches eléctricos no deben emplazarse en las aceras
El Ayuntamiento de Burgos ha decidido disponer de varios puntos de recarga para vehículos eléctricos en el término municipal de Burgos. Lo hace a través de un contrato denominado “Concesión demanial para la instalación, mantenimiento y explotación en la vía pública de estaciones de recarga eléctrica para vehículos en el T.M.B.”. Esta concesión se plantea para un máximo de 15 años,
improrrogables, y consiste en la colocación de 11 puntos de recarga o puntos de venta de energía eléctrica, en diferentes ubicaciones de la ciudad de Burgos y con posibilidad de recarga de dos
vehículos de forma simultánea en cada uno de esos puntos.
De esta forma, el de Burgos se suma a la larga lista de ayuntamientos que han decidido facilitar la introducción del coche eléctrico en sus ciudades.
Es sabido que el coche eléctrico no contribuye a la mejora de la movilidad urbana. No podemos obviar que un coche eléctrico sigue siendo un coche, por lo que no cambia el actual modelo de movilidad, aunque, eso sí, no emita gases ni ruidos de motor. El coche eléctrico sigue ocupando el mismo espacio físico que cualquier otro coche… o más aún, si su recarga supone implementar
elementos, hasta ahora inexistentes en la vía pública, para satisfacer su movilidad.
Así, advertimos un problema: los postes necesarios para la recarga parece que se habrán de disponer en la acera.
Aunque las dimensiones de estos elementos sean relativamente reducidas, es inaceptable que la promoción del coche eléctrico se haga a costa, de nuevo, de reducir el espacio disponible para el
peatón.
En esta contratación el pliego ha obviado completamente el razonable criterio de evitar la ubicación de los postes en la acera, aunque sí ha sido cuidadoso en proteger la calzada (“se evitará la
colocación de arquetas y registros en calzada”). Este olvido, soslayo, descuido, negligencia o vicio, además de afectar a la peatonalidad en general, interfiere en potenciales itinerarios preferentes de la movilidad peatonal, y no solo en términos de accesibilidad universal (el ejemplo de Sta.Teresa es palmario, pues hay espacio sobradísimo como para disponerlo en la calzada).
En definitiva, esta actuación supone ejercer una mayor presión al espacio peatonal y no hace sino sumarse a la larga lista de elementos que entorpecen, cada vez más, la cualidad del espacio
peatonal, desde los postes de la ORA, los aparcabicis y las terrazas que el Ayuntamiento dispone o concede, hasta el surtido de trastos que los comercios, bares y otros servicios disponen a su albedrío para sus fines privados y sobre los que el Ayuntamiento no sabe o no contesta.
Esperemos que el Ayuntamiento pueda aún enderezar este asunto tan reciente de los puntos de recarga eléctrica: es tan sencillo como diseñarlos dentro del espacio del estacionamiento, algo que
los gobiernos municipales más responsables están haciendo.