El Archivo Histórico Nacional acoge el 9 de junio la presentación de la réplica de los Cartularios de Valpuesta
La editorial Siloé presentará el día 9 de junio en el Archivo Histórico Nacional, coincidiendo con el Día Internacional de los Archivos, la réplica de los Cartularios de Valpuesta. Una edición fascimilar que recoge los primeros balbuceos del castellano y que ve la luz con todo lujo de detalles tras cinco años de arduo trabajo por parte de la editorial burgalesa.
El acto, que se celebrará a las 18.30 horas en el Archivo Histórico Nacional (AHN) de la capital española contará con la presencia del director general de Bellas Artes y Patrimonio Cultural, Luis Lafuente; el jefe del Departamento de Conservación del AHN, Juan Ramón Romero; el jefe de sección del AHN, Luis Miguel de la Cruz, y el miembro de la Real Academia Española José Antonio Pascual. Asimismo, estarán presentes los promotores de la editorial Siloé, Pablo Molinero y Juan José García.
Los presentes podrán conocer la importancia de una réplica que pretende extender el conocimiento de una pieza fundamental para el origen de la lengua de Cervantes. Así lo entiende Juan José García, quien valora un trabajo que se ha prolongado durante cinco años y que en un primer momento pensaron que no serían capaces de ejecutar por la complejidad de ambos volúmenes.
En concreto, García reconoce que lo que más llamó su atención, una vez que se desplazaron hasta el Archivo Histórico Nacional, fue “su estado primitivo porque es un libro compuesto de documentos en pergamino y vitela muy ajados con muchas marcas y una gran complejidad de clonación por sus dobleces y dobladillos”.
“Aquí nos fijamos, como hacemos siempre, en su belleza y en su dificultad, y vimos que era un libro con una bellísima caligrafía pero con una enorme dificultad técnica. Lo primero que nos preguntamos era si íbamos a ser capaces de llevar a cabo la misión”, agrega.
Clonar los primeros balbuceos del castellano
Cinco años después de iniciar la ardua tarea, la editorial castellano y leonesa presenta una réplica exacta que ha requerido de cinco años de trabajo. Más trabajo del habitual puesto que ha sido necesario llevar a cabo una restauración de los originales-condición para poder llevar a cabo la clonación impuesta por el Archivo- y se ha dedicado un tiempo extra para poder dotar de mayor belleza a los cartularios con unos herrajes (cierres) acordes con los que pudieron tener los cartularios en el momento de su creación.
En concreto, en el trabajo llevado a cabo, se estima la participación de unas 70 empresas, artesanos muchos de ellos, entre los que destacan curtidores de pieles, orfebres e impresores, entre otros. Es por ello que García destaca la “labor importantísima” que llevan a cabo los profesionales dedicados al envejecimiento de los libros “para que parezcan reales”. “Eso es lo que nos hace que ya tengamos cientos de solicitudes”, asevera.
Cartularios de Valpuesta
La localidad burgalesa de Valpuesta, situada en el Valle de Valdegovía, es uno de los enclaves en los que comenzaron a escribirse en el siglo IX las primeras palabras en lengua romance, dejando el latín reservado para los conventos y los monasterios de la época. Así lo entienden estudiosos de todos los ámbitos que desde hace décadas han estudiado el contenido de tan importantes volúmenes.
Los Cartularios, que en Castilla eran más conocidos como Becerros, o en León y Galicia como Tumbos –quizá debido a que por su gran tamaño hubiera que mantenerlos tumbados– son los códices en que muchos monasterios, catedrales, concejos o universidades recogían lo que podríamos llamar “copia de seguridad” de los originales de sus respectivos archivos.
Aunque más que un cartulario en el sentido tradicional del término, el Becerro Gótico sería
un códice facticio, con documentos que abarcan un dilatado periodo histórico y con la
intervención excepcional de 34 manos diferentes en su elaboración. El Galicano, por el
contrario, sí que respondería al típico concepto de cartulario.
La Real Academia ha sancionado El Cartulario de Valpuesta como el documento más
antiguo que recoge los primeros balbuceos de la lengua de Castilla.