El Instituto Castellano y Leonés de la Lengua da a conocer los finalistas del XIV Premio de la Crítica
Gonzalo Calcedo. Las inglesas
Menoscuarto
Nueve cuentos con el factor común de la adolescencia han bastado a Gonzalo Calcedo para pergeñar un mapa literario de esa edad decisiva, edad marcada por la búsqueda de una identidad y un camino entre angustias, rebeldías y frustraciones. Con su ya acreditada (y reconocida) capacidad como autor de relatos cortos, Calcedo despliega un caleidoscopio de técnicas al servicio de la eficacia narrativa y con la facilidad engañosa de los mejores escritores del género. “Lo que tuvimos”, crónica en clave íntima de un proceso de ruina familiar, o “3000 metros obstáculos”, con la pasión deportiva como máscara de la desolación, no pueden faltar en ninguna antología del cuento español contemporáneo.
Miguel Casado. El sentimiento de la vista
Tusquets
Para empezar, atención al título: Sentimiento de la vista, no sentido. Su materia comprende el mundo del escritor, con viajes, personas, lugares, fogonazos, fulgores, películas y peripecias: una nueva mirada que se afirma a partir de la vibración con la música callada de los versos de un poeta que llevaba más de diez años en silencio, porque su escritura, asentada en la necesidad, siempre fue demorada. Espectador de su propio mundo, un mundo objetivado desde la sutiliza y los matices, Casado entiende que “mirar, contemplar y escribir es tan importante como respirar”, lo que confiere a su obra una personalidad distinta.
José Antonio González Iglesias, Confiado
Visor
Clásico y posmoderno, alianza de equilibrio entre “el hedonismo grecolatino y la impronta audiovisual de los “mass media”, como Luis Bagué ha escrito en Babelia, el autor de “Eros es más” o “Esto es mi cuerpo” atesora una de las voces verdaderamente singulares de nuestro actual panorama poético, siempre del lado del amor y tan atento a los registros coloquiales del lenguaje más actual, e incluso a los registros en apariencia menos líricos, como al latido de los clásicos. Poéticamente, González Iglesias persigue la difícil facilidad de los grandes escritores grecolatinos, y ese ideal, sin duda alto, deja de ser quimérico para alumbrase conseguido en “Confiado”.
José Jiménez Lozano y Teófanes Egido, Sobre Teresa de Jesús
Junta de Castilla y León
José Jiménez Lozano, escritor de época, reconocido con el Premio Cervantes, y Teófanes Egido, historiador de prestigio, catedrático emérito de la Universidad de Valladolid, han puesto en común su calidad literaria y su capacidad de penetración para atajar las visiones interesadas, parciales y deformadoras, de Santa Teresa, personalidad compleja, con misterios y zozobras (“vivo sin vivir en mí”), unas veces negados y otras manipulados a lo largo del tiempo. Relato y ensayo, recreación y rigor, sitúan a la autora de “Las Moradas” o “El libro de las fundaciones” en su tiempo, que fue convulso, y también en su lenguaje, perspectiva imprescindible. “La verdad”, escribió la propia Santa Teresa, “nunca desedifica ni daña”, y a eso suena este libro: a verdad.
Julio Llamazares, Distintas formas de mirar el agua
Alfaguara
Cuando el embalse del Porma hundió en sus aguas a los pueblos leoneses de Vegamián, Ferreras, Campillo, Lodares, Quintanilla y Armada los lugareños fueron obligados a salir de sus tierras y Julio LLamazares, hijo del maestro, con apenas nueve años, formó parte de aquel éxodo. Los personajes de su novela vuelven a Ferreras al cabo de los años para entregar a aquellas aguas agónicas las cenizas de un hombre que, siendo de los últimos en salir, siempre quiso regresar, “por más que nadie lo esperara allí”. “Que triste ese paraje sin alma” frente “qué maravilla”; algunos sienten mala conciencia, como el hijo instalado en Barcelona, en tanto otros acumulan amargura: son las distintas formas de ver el agua.
Gustavo Martín Garzo. Donde no estás.
Destino
Esta nueva novela de Martín Garzo confirma al autor en su maestría desde el despliegue en libertad absoluta de la imaginación y la fidelidad a sus registros habituales: el paisaje rural, el mundo de la guerra civil, las relaciones familiares, los pájaros, el cuaderno perdido, el paraíso de la infancia y la intensidad poética del lenguaje. La llegada de Ana a Villalba supone el rescate del pasado y de la historia familiar. Muerta su madre, Ana va descubriendo un mundo inesperado, presentado tanto desde la perspectiva del presente como la del pasado. Entre los personajes, sobresale la abuela, mujer de gran personalidad, aquejada de un mal terrible. Lo narrado y lo vivido o Garzo en Garzo.
Juan Manuel de Prada. El castillo de diamante
Espasa
“El castillo de diamante” o dos mujeres excepcionales frente a frente: la princesa de Éboli, Ana de Mendoza, esposa de Ruy Gómez, uno de los hombres más poderosos de su tiempo (los cortesanos le llamaban Rey Gómez), personaje de proverbial altivez y legendaria belleza, y Santa Teresa, ungida por el don de mirar al mundo con los ojos del alma. Prada ha novelado una historia de ficción verdadera llenando con la imaginación los vacíos de los estudios en un friso que abarca desde la novela de caballerías a lo divino hasta la novela picaresca o la de aventuras y aun la de los alumbrados, escrito con humor y crudeza, llegando en ocasiones a los umbrales del esperpento. Un prodigio.
Elena Santiago. Nunca el olvido
Letras en la nube
Elena Santiago ha vuelto a la novela, después de años de apartamiento del género (fecundos, sin embargo, en poemas y cuentos), y lo ha hecho desde la fantasía y con la impronta inconfundible de su estilo, lo que por sí constituye un encadenamiento de noticias excelentes. Siendo ella misma, instalada en las obsesiones que vertebran toda su obra, ha construido una historia contra el miedo y el acoso, indagando en la zona oscura de la violencia doméstica desde el mazazo que implica una ruptura impuesta por la muerte. Con el mal y el amor en relaciones de hondura y con la emoción tejiendo la urdimbre del relato, “Nunca el olvido” conmueve e inquieta.
Andrés Sorel …Y todo lo que es misterio
Akal
Paul Celan e Ingeborg Bachman y su amor turbulento, ambos atrapados en una espiral incontrolable de pasión y locura, de erotismo desesperado que a la vez los junta y los aleja en una historia de zozobras que se cruza con las de otros personajes de la Europa de postguerra, con Viena y París como escenarios y la memoria de la gran hecatombe de la II Guerra Mundial como angustioso telón de fondo. El segoviano Andrés Sorel, impulsor de mil causas perdidas, ha construido un relato que a nadie dejará indiferente, desoladoramente humana y hondamente comprometida con la causa de la literatura que, sin concesiones a ningún tópico, transcurre al margen de los caminos trillados.
José C. Vales, Cabaret Biarritz
Destino
Premio Nadal 2015, Cabaret Biarritz, novela ciertamente polifónica, como se afirma en la nota editorial, despliega una trama compleja, acoge y reconstruye ambientes con resonancias míticas, ofrece personajes con entidad y, lo que es más importante, se instala en una riqueza verbal que hace suyos todos los registros del habla a partir de un envidiable y divertidísimo sentido de la parodia, con una mezcolanza de situaciones y tipos que de página en página convierte su lectura en un ejercicio de incitación. De su mano el Nadal ha vuelto por los fueros que cimentaron su prestigio al premiar a una novela, casi una ópera prima, en la que alienta la noticia excelente de un gran escritor.