Violencia en las aulas: un estudio sobre la violencia ejercida y sufrida por el profesorado en su labor docente
Daniel es un chico que supera los 15 años, proviene de una familia monoparental y su expediente académico es pobre. Estudia en el centro público de su pueblo y tiene una mayor predisposición a ser víctima de conductas violentas ejercidas por parte del profesorado.
Por su parte, Nerea tiene entre 15 y 16 años, también viene de una familia monoparental y su rendimiento escolar es bajo y el expediente académico pobre. Nerea está matriculada en el centro público de su ciudad y muestra una mayor tendencia a ejercer violencia verbal hacia el profesor.
Tanto Daniel como Nerea son el prototipo de alumnos que ha concluido el estudio ‘Violencia ejercida y sufrida por el profesorado en su labor docente’, realizado por Iago Portela Pin, profesor del Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la Universidad Isabel I, en colaboración con Begoña Nieto Campos, de la Xunta de Galicia; David Álvarez García, de la Universidad de Oviedo y José Domínguez Alonso, de la Universidad de Vigo; y que ha sido publicado en la Revista de Investigación Educativa de la Universidad de Murcia.
Ambos perfiles pueden tener problemas de conducta y están desconectados de su entorno académico, con una reducida motivación por aprender.
“El objetivo de esta investigación ha sido el de dilucidar la opinión del alumnado sobre el grado de aparición de ciertas conductas en los centros educativos que pueden ser interpretadas por ellos como agresión o violencia que ejerce y sufre el profesorado en su interacción con el alumnado”, destacó el profesor Iago Portela.
Además de la percepción de coacción en las aulas, los investigadores han descubierto que la violencia ejercida por el profesorado se ha centrado en “tener manía” o bajar notas a los alumnos con mal comportamiento, mientras que el alumnado ha buscado en sus actitudes de presión, dificultar la labor docente a través de comportamientos incorrectos o hablar durante las explicaciones del profesor en clase.
Origen del mal comportamiento
Los autores del artículo destacan que la concepción de la violencia escolar es consecuencia de las constantes interacciones sociales del individuo, donde la conducta agresiva es resultado de sus características personales y el contexto social que le rodea. “Su mal comportamiento repercute en el clima social escolar y no permite que los estudiantes, víctimas de este fenómeno, puedan desarrollar un proceso de enseñanza-aprendizaje de manera adecuada”, agrega el docente de la Universidad Isabel I.
Si se tiene en cuenta que en los últimos años se ha promovido desde los centros educativos un marco normativo que previene y sanciona las conductas violentas. Iago Portela argumenta que “se tiende a asumir que la violencia escolar es cualquier acto que busque lastimar, intimidar o maltratar a otros estudiantes, material educativo o personal docente y de administración y servicios, que se geste en la escuela y dificulte la finalidad educativa, lesionando la integridad de algún miembro de la comunidad escolar”.
Son numerosos los estudios que abordan el maltrato o acoso de los estudiantes hacia los docentes a través de la violencia verbal, amenazas físicas, agresiones, acoso, vandalismo contra sus propiedades, conductas disruptivas o insubordinaciones, que tienen como finalidad desafiar a la autoridad, legitimarse ante sus compañeros o desestabilizar el control en el aula.
Del mismo modo, existen un gran número de estudios que abordan la problemática contraria en la que el docente carece de las estrategias o recursos para manejarse en los conflictos que surgen en el aula y no comprende las actitudes de algunos adolescentes en el desarrollo de la clase, teniendo preferencias por algunos alumnos y manía o indiferencia hacia otros.
El profesor, que ejerce la figura de autoridad en una clase, pueda llegar a ignorar las necesidades de los alumnos, subestimar su capacidad de trabajo, asignar tareas excesivas o muy complejas, descalificar con sus opiniones en público, realizar comparaciones entre compañeros o utilizar el trato desigual y humillante o las amenazas e intimidaciones en el transcurso de la clase.
La muestra para el estudio contó con la participación de 4.467 estudiantes de Educación Secundaria Obligatoria (ESO), que completaron el Cuestionario de Violencia Escolar Revisado (CUVE-R-ESO) y reveló que los alumnos perciben violencia por parte del profesorado hacia ellos y viceversa, siendo ligeramente mayor la severidad ejercida por parte del profesorado.