LocalNoticiasProvincial

Según Andando Burgos en la ciudad se registran cifras inaceptables de atropellos

Como cada año, hoy 17 de agosto se celebra el día Mundial del Peatón. Una efeméride triste, pues nos recuerda que desde 1897 no han cesado los atropellos en nuestras ciudades. Burgos no es una ciudad ajena a este hecho inaceptable y que en nuestra ciudad se registran demasiados atropellos. Varios son los factores que intervienen, pero la velocidad inadecuada es, históricamente, uno de
ellos.

La indisciplina al volante es otro de los factores, así como los descuidos o la falta de atención. Conviene recordar que un automóvil es una máquina de gran peso y volumen y, en consecuencia,
con gran capacidad de hacer daño. Tratar de conseguir “buenos peatones”, es dirigir los esfuerzos en vano, tal y como demuestran los hechos empíricos.

Orientar los esfuerzos a una sobredotación de señalización, no es sinónimo de conseguir dicha reducción (“Signaler moins mais mieux”). Es necesario apostar por una nueva cultura de la movilidad. La moderación del tráfico (menos coches, más despacio) es esencial en dicha apuesta. En definitiva, promover un diseño urbano que reduzca la violencia vial y de protagonismo a la movilidad a las personas que caminan, van en bicicleta o se desplazan en transporte público colectivo.

Casi ninguna ciudad occidental se libra de esta trágica e inaceptable situación. Tampoco la ciudad de Burgos es ajena a ella. Cada año se registran en la misma, decenas de atropellos (2016, 102; 2017, 100; 2018, 98; 2019, 118). De forma reciente, tenemos que recordar que han sido (número) los ciudadanos burgaleses atropellados, con el trágico balance de una muerte como
consecuencia de uno de ellos.

Desde el pasado mes de diciembre, hemos tenido dos periodos en los que se han concentrado, de forma inusual, diversos siniestros en muy poco tiempo. Las últimas noticias, dan fe de ello.

Sería demasiado pretencioso indicar con certeza qué ocurre. Lo que sí podemos afirmar es que Andando Burgos lleva ya seis años, desde su nacimiento, señalando posibles soluciones a esta
situación.

Son numerosos los factores que intervienen en el fenómeno de los atropellos. La velocidad es de los más importantes, aunque también cobra especial importancia la indisciplina en la conducción
(superación de límites de velocidad de forma frecuente -por ejemplo, en la ronda interior no se respeta el límite máximo de 50 km/h y en muchas vías, el 30 km/h-, realización de maniobras agresivas, etc.).

Desde luego, la lista de factores se incrementa si tenemos en cuenta otros como el descuido o la falta de atención o la prisa (factores de respuesta y organización humana), o la escasa iluminación,
escaso mantenimiento de la señalización horizontal, la escasez de recursos de control, etc., estos últimos relativos a la gestión de la movilidad.

Pero desde luego, si algo ha advertido Andando Burgos durante estos años es que es estrictamente necesario cambiar el enfoque global de las soluciones. Para la organización es vital que estas estén
orientadas hacia la moderación del tráfico; esto es, menos coches y más despacio, convenientemente complementado con todas las técnicas que nos ofrece el calmado de tráfico y que posibilitan un diseño más apropiado para las personas que se mueven andando.

Pero para ello es necesario una estrategia de ciudad que facilite una actuación sistemática en los espacios públicos siendo ésta, la base para lograr calles sin muertes.

Inmersos en esas actuaciones deberíamos lograr: más puntos de cruce peatonal, más seguros, más tiempo de paso en los semáforos, menos semáforos en la ciudad, mejor señalización estrictamente
peatonal, aceras más seguras carentes de circulación de todo tipo de vehículos, incluyendo la imposibilidad legal de utilizar los vados peatonales para acceder a las mismas, mejor visibilidad en los cruces (aún no se han eliminado contenedores o primeras plazas de aparcamiento junto a cruces peatonales) y, de forma general, otra serie de condiciones que hagan pensar que la ciudad no es lugar agresivo, sino un entramado de calles en el que es posible la convivencia entre los diferentes medios de desplazamiento, elevando a la categoría de protagonista, al medio universal de todos ellos.

Las soluciones, que llevan poniéndose en práctica durante décadas, tanto en esta ciudad como en muchas otras, se basan fundamentalmente, en el cumplimiento de una suerte de reglas que emanan de la facilitación máxima a la circulación de automóviles. Y esto ha supuesto que nuestras calles, se diseñen para ellos y para sus necesidades hasta el punto de criminalizar cualquier comportamiento de
las personas que se desplazan a pie, incluso un “despiste”.

No se trata de “enseñar a circular a un peatón”, a “ser un buen peatón”, cosa que no funciona como nos indica el conocimiento empírico. De hecho, aun cruzando por “donde debe”, es atropellado (87 atropellos de 118 fueron de este modo en 2019 en Burgos). Tampoco se trata de llenar nuestras calles de señalización (por cierto, cada vez más llamativa, pero sin estar demostrada su eficacia).

Se trata, en todo caso, de ser co-responsable en la utilización de la vía pública. Y en esa responsabilidad compartida cobra especial importancia, el diseño de la misma. Debemos apostar, sin mayor dilación, por uno que reduzca la hostilidad en la vía, que ponga a las personas que caminan en el centro de la actuación, y que permita poner fin a la intolerable cifra de atropellos que sufre nuestra ciudad.

No tenemos “la varita mágica”, pero aún no vemos que los esfuerzos estén dirigidos a nuestras pretensiones ni que se elimine este drama.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba