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La editorial Siloé presenta en Madrid la edición facsimilar de los Cartularios de Valpuesta

La editorial Siloé presentó hoy en el Archivo Histórico Nacional, coincidiendo con el Día Internacional de los Archivos, la réplica de los Cartularios de Valpuesta. Una edición facsimilar que recoge los primeros balbuceos del castellano y que ve la luz con todo lujo de detalles tras cinco años de arduo trabajo por parte de la editorial burgalesa. El resultado salta a la vista: una edición única en el mundo de la que se edita un
número limitado de ejemplares.

El acto, que se celebró en el Archivo Histórico Nacional (AHN) de la capital española contó con la presencia del director general de Bellas Artes y Patrimonio Cultural, Luis Lafuente; el jefe del Departamento de Conservación del AHN, Juan Ramón Romero; el jefe de sección del AHN, Luis Miguel de la Cruz, y el miembro de la Real Academia Española José Antonio Pascual. Asimismo, estuvieron presentes los promotores de la editorial Siloé, Pablo
Molinero y Juan José García.

La presentación de la edición facsimilar de los valiosos cartularios se enmarca en el objetivo de extender el conocimiento de una pieza fundamental para el origen de nuestra lengua. Así lo entiende Juan José García, quien valora un trabajo que se ha prolongado durante cinco años y que en un primer momento dejó impactados a los editores por la dificultad de llevar a cabo la edición facsimilar “de tan complicados códices”.

“Nos ha llevado más tiempo de lo normal porque lo hemos querido hacer con todo lujo de detalles”, explica el editor, que recuerda que “se ha llevado a cabo además de la restauración de los originales” para proceder a la clonación. “Fue una de las primeras condiciones que se nos puso para poder llevar a cabo esta hermosa labor”, expresa García, que pone de relieve la adhesión de unos “cierres especiales” que hacen si cabe, “más bella
que el propio original” a la edición facsimilar. “Son unos herrajes acordes a los que pudo tener este libro”, concreta.

Además, Molinero reconoce que lo que más llamó su atención, una vez que se desplazaron hasta el Archivo Histórico Nacional, fue “su estado primitivo porque el Becerro Gótico es un libro compuesto de documentos en pergamino y vitela muy ajados con muchas marcas y una gran complejidad de clonación por sus registros de lengüeta doblados y cuadernillos”. “Aquí nos fijamos, como hacemos siempre, en su belleza y en su dificultad, y vimos que era un libro con una bellísima caligrafía pero con una enorme dificultad técnica. Lo primero que nos preguntamos era si íbamos a ser capaces de llevar a cabo la misión”, agregaron los responsables de la editorial.

Clonar los primeros balbuceos del castellano Cinco años después de iniciar la ardua tarea, Siloé presenta una réplica exacta que ha requerido de cinco años de trabajo. En concreto, en el trabajo llevado a cabo, se estima la
participación de un equipo multidisciplinar compuesto por 70 personas, artesanos muchosde ellos, entre los que destacan curtidores de pieles, orfebres e impresores, entre otros. Es por ello que Molinero destaca la “labor importantísima” que llevan a cabo los profesionales dedicados al envejecimiento de los libros “para que parezcan reales”. “Eso es lo que nos hace que ya tengamos cientos de solicitudes”, asevera.

Cartularios de Valpuesta La localidad burgalesa de Valpuesta, situada en el Valle de Valdegovía, es uno de los enclaves en los que comenzaron a escribirse en el siglo IX las primeras palabras en lengua romance. Así lo entienden estudiosos de todos los ámbitos que desde hace décadas han analizado el contenido de tan importantes volúmenes.

Los Cartularios, que en Castilla eran más conocidos como Becerros, o en León y Galicia como Tumbos –quizá debido a que por su gran tamaño habrá que mantenerlos tumbados– son los códices en que muchos monasterios, catedrales, concejos o universidades recogían lo que podríamos llamar “copia de seguridad” de los originales de sus respectivos archivos.

Aunque más que un cartulario en el sentido tradicional del término, el Becerro Gótico sería un códice facticio, con documentos que abarcan un dilatado periodo histórico y con la intervención excepcional de 34 manos diferentes en su elaboración. El Galicano, por el contrario, sí que respondería al típico concepto de cartulario.

La Real Academia ha sancionado El Cartulario de Valpuesta como el documento más antiguo que recoge los primeros balbuceos de la lengua española.

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