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Raúl Gómez, profesor de la Universidad Isabel I, dirige un programa para mejorar la seguridad vial y reducir la siniestralidad de ciclistas en carretera

El profesor del Máster en Prevención de Riesgos Laborales de la Universidad Isabel, Raúl Gómez, dirige el proyecto de I+D+i ‘Active Cyclist Detection’ a través de su trabajo en INSEGSA Ingeniería Preventiva, entidad mercantil que coordina este trabajo de investigación vinculado a la seguridad vial y a la reducción de la siniestrabilidad de ciclistas en carretera. Recientemente la Fundación Mapfre y la Fundación Michelín se han hecho eco de este proyecto que coordina el profesor de la Universidad Isabel I.

Raúl Gómez reconoce que este proyecto es fruto de una exhaustiva investigación que ha tenido por base tres pilares fundamentales: la siniestralidad de los ciclistas entre los años 1993 y 2017; su experiencia sobre dos ruedas y la evolución del uso de la bicicleta. Al investigar estos parámetros ‘llegamos a la conclusión de que se podían poner puertas al campo, por convicción y por necesidad tradicional del uso de la carretera por parte del ciclista y de que urge tomar medidas adaptadas a las necesidades reales de los ciclistas’.

El profesor del Máster en Prevención de Riesgos Laborales de la Universidad Isabel I destaca que son conocidas las carencias y necesidades en la siniestrabilidad de los ciclistas. Para paliar este problema se marca la consecución de tres objetivos o medidas de acción: suplir las necesidades actuales del equipamiento de las carreteras, rescatar la atención de los conductores y mejorar el binomio inseparable vehículo-ciclista. Con estos marcadores se parte de confeccionar un producto de formato preventivo, con capacidad de captar la atención de forma activa como pasiva a los usuarios de la carretera, y ‘se pueden diseñar rutas ciclistas seguras, para alcanzar el fin previsto que no es otro que reducir la siniestralidad de los ciclistas’, matiza Raúl Gómez.

El equipo ‘Active Cyclist Detectión’ surgió para detectar al ciclista a través de un lazo pre-armado o inductivo, y junto a un radar se discrimina por velocidad a otros usuarios de la carretera. Una vez detectado el ciclista se activa la parte luminosa e intermitente tanto de la señal vertical, que da forma al pictograma en el que se remarca la distancia de seguridad de 1,5 m entre el ciclista y el vehículo, como de las balizas Leds de suelo, instaladas en el arcén. El radio de acción de esta señalización abarca un total de 50 metros tras la ubicación de la señal.

Es una señalización luminosa que busca captar la atención del conductor para advertirle de la proximidad de un ciclista circulando. Además de generar una retroalimentación al ciclista, mediante las balizas de suelo, el sistema permite informar al conductor de que está activo. Los equipos, para que sean efectivos, deberían instalarse cada 5 kilómetros y cubrirían tramos completos de carretera indistintamente de su longitud’, detalla Raúl Gómez.

En la actualidad, el proyecto ha pasado a la fase ‘prueba piloto’, en un tramo de carretera con alta concurrencia entre vehículos y bicicletas, donde se han incorporado novedades de vanguardia respecto a la tecnología inicial de partida. El equipo de Raúl Gómez ‘desea que se recaben resultados esperanzadores para la práctica más segura del ciclismo de carretera’

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