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ICCRAM afronta el reto de reducir las emisiones del sector del transporte

El Centro de Investigación Internacional en Materias Primas Críticas para Tecnologías Industriales Avanzadas (ICCRAM, por sus siglas en inglés), perteneciente a la Universidad de Burgos, estudia desde 2019 los impactos ambientales y económicos del sector aeroespacial y de la automoción a través del proyecto LightMe. Su objetivo es garantizar que los nuevos procesos productivos y los materiales innovadores reduzcan la contaminación de estas industrias, favoreciendo la economía circular.

En concreto, el Grupo ICCRAM- Medioambiente y Sostenibilidad es responsable de esta parte del proyecto de la mano de las investigadoras Rocío Barros y Sonia Martel, que trabajan junto a su equipo formado por Jesús Ibáñez, Mario Santiago Herrera, Patricia Zazo y Julieta Díez, en colaboración con el grupo CORFIN-LAW de la UBU.

Asimismo, en esta iniciativa participan otras 16 instituciones europeas para dar respuesta a uno de los grandes reclamos de la UE: alcanzar los objetivos de neutralidad climática para el año 2050. En la actualidad, se calcula que una cuarta parte del total de emisiones de gases de efecto invernadero emitidos por los países comunitarios corresponde al sector del transporte.

Para tratar de reducir este impacto, LightMe pone el foco en los metales ligeros, concretamente en las aleaciones de aluminio, magnesio y titanio, que contribuyen a la fabricación de medios de transporte más resistentes y menos pesados, reduciendo los costes de mantenimiento y el combustible necesario para su uso. Por ejemplo, los vehículos más ligeros consumen menos combustible, emiten menos gases nocivos y ofrecen un mejor rendimiento.

De esta manera, los metales ligeros se han hecho imprescindibles en la producción de componentes para aviones, automóviles, trenes o barcos, entre otras aplicaciones. El trabajo actual gira en torno a la incorporación de nuevas funcionalidades, características y capacidades a dichos materiales.

El papel de la Universidad de Burgos es comprobar que los nuevos procesos y compuestos mejoran los métodos de fabricación tradicionales, en términos medioambientales y económicos. Se estima que, cuando finalice el proyecto a mediados de 2023, los resultados obtenidos ayudarán a reducir las emisiones de gases contaminantes de la industria, tanto en la fase de fabricación de los productos o componentes, como en su vida útil y proceso de reciclaje.

Sin embargo, el camino no es nada fácil. Los metales son susceptibles de ser reciclados mediante distintos métodos, mientras que los materiales ligeros combinan metales con otros elementos, como nanopartículas, para mejorar su rendimiento. Por ello, la capacidad de reciclado de estos últimos es todavía un reto: la separación de los distintos componentes puede suponer un mayor consumo de recursos.

Con respecto a la optimización de los procesos industriales con metales ligeros, dentro del proyecto LightMe se estudian distintos métodos de fundición y de ‘fabricación aditiva’. Esta última, que es conocida como impresión en 3D, se caracteriza por reducir de forma sustancial los costes y la huella ambiental. De hecho, en el proceso de producción, los desperdicios disminuyen de forma significativa al utilizar solo los recursos estrictamente necesarios. También facilita la producción de componentes con estructuras complejas y la reparación de piezas dañadas.

Asimismo, el espacio que requiere este sistema es mucho menor que una planta de producción tradicional, lo que, junto a la automatización de los procesos, permite llevar a cabo una producción bajo demanda más dispersa geográficamente. Esto garantiza una cadena de suministro más reducida que la habitual, disminuyendo los servicios de transporte necesarios.

El proyecto ofrece acceso abierto a pymes y empresas emergentes, con el ánimo de establecer canales de networking que favorezcan la aportación de recursos para avanzar hacia una economía más verde.

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